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¿Existen las novelistas guatemaltecas?

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Sí, existen. Y aquí, se contará cuántas son. Dónde han publicado. Y cuántas son en relación a sus colegas masculinos. Pero hay un spoiler: no son muchas…


Primero, es importante anotar que la novela es el género guatemalteco menos explorado. Hay muchos más cuentistas y poetas que novelistas. También hombres. No obstante, sí, podría resultar alarmante la escasa cantidad de mujeres que han publicado novelas en Guatemala.

Más que brindar respuestas o señalar causas específicas, este artículo pretende describir la situación literaria de las mujeres. Y que sirva para empezar a discutir si hay algo que podemos hacer para que podamos escuchar más voces de mujeres en la literatura.

Este es un análisis estrictamente cuantitativo. El mayor problema con hablar de literatura, es que son conceptos ambiguos y, de alguna forma, con más interpretaciones subjetivas que certezas teóricas. Por lo tanto, aquí no se cuestiona la “calidad literaria” de las novelas y, mucho menos, si los libros realmente son novelas. Los datos obtenidos se basan en la denominación y apreciación de los autores y editores de los textos, a partir de los catálogos editoriales y las fichas de inscripción del ISBN.

libros novelistas
Las novelistas guatemaltecas existen si sus libros han sido registrados con código ISBN. Composición No-Ficción.

Los libros también tienen un Documento Personal de Identificación. Solo que se denomina ISBN (International Standard Book Number; Número Estándar Internacional de Libro, en español).

La idea del ISBN es sensacional, porque un libro no existirá como tal en el medio y en la historia, hasta que sea inscrito en la oficina local de ISBN (usualmente asociada a la Gremial de Editores, en el caso de Guatemala). El número es único para el libro, de manera que, no importando en qué parte del mundo llegue a encontrarse el libro, si se ingresa dicho código en la base de datos global, uno puede saber de dónde proviene, qué editorial lo publicó y demás datos que pide la ficha de inscripción del código. Claro que, esto es posible si esta es llenada correctamente…

Lo cual podría no ser siempre el caso aquí. Algunas veces, las editoriales o imprentas llenan las fichas sin saber bien cómo funcionan o cómo se clasifican los géneros literarios. Entonces, aunque numéricamente la base de datos es acertada, puede que no se corresponda con la realidad al evaluar las características de cada libro.

Por lo tanto, la siguiente representación toma en cuenta: 1) todos los libros que fueron clasificados como “novela” por la persona que los inscribió, 2) se especifica el autor (algunas publicaciones no mencionan autores, sino solamente otros miembros del equipo editorial), 3) el que el/la autor/a fuera caracterizado con nacionalidad guatemalteca y 4) la base de datos no especificaba en todos los casos qué editorial había solicitado el número, por lo que puede que el mismo título del mismo autor haya sido contado dos veces.

Esto significa que hay 3.97 novelas publicadas por hombres por cada novela publicada por una mujer.


Luego, según la información obtenida de las editoriales literarias del país, aquí están los datos de cuántas novelas han sido publicadas por las editoriales (según los catálogos que tienen disponibles) y qué porcentaje de esas novelas pertenecen a escritores y escritoras.


Debe aclararse que, contrario a que se especifique en los catálogos, se asume que los autores son guatemaltecos. Adicionalmente, se contó el total de las novelas, aunque sean del mismo autor, como es el caso de F&G, que editó siete novelas del único Premio Nobel de Literatura del país, Miguel Ángel Asturias. Y por último, vale la anotación que la editorial Palo de Hormigo funciona en la modalidad self-publish (el autor paga por la totalidad del costo de publicarlo), a diferencia de las demás mencionadas.

En una interpretación simplificada, Santillana no solo es la editorial que ha publicado más novelas localmente, sino que también lo ha hecho con mayor representatividad de mujeres. F&G Editores y Piedrasanta son los siguientes más fuertes y con mayor paridad; ya que el resto de editoriales, presenta más o menos la proporcionalidad hombres-mujeres en la que más de la mitad de las novelas son de escritores.

Las novelistas en la historia guatemalteca

Si casi no hay datos sobre la literatura en el país, hay muchísima menos crítica y recopilación histórica. Por ejemplo, en el único volumen de historia de las novelas nacionales, escrito por Seymour Menton, la relación de hombres y mujeres es así:

Sí, en Historia crítica de la novela guatemalteca, de más de 400 páginas, solo están reseñadas dos mujeres: Malin D’echevers y Elisa Hall.

Pero las mujeres no solo no publican… no envían sus manuscritos.

Lo ideal hubiese sido comparar cuántos manuscritos de mujeres reciben las editoriales versus el número de ellos que sí terminan publicados. Pero, de los editores que contestaron esa pregunta específica, solo Javier Martínez, de Cazamah, indicó que calculaba que los de autoras serían entre el 10% al 15% del total de manuscritos recibidos. Raúl Figueroa Sarti, de F&G, calificó la cantidad de “pocos” y María del Carmen Deola, de Alfaguara, afirmó que “a grosso modo” sabe que sí recibe más de hombres que de mujeres.

Ello lleva a preguntarse si existen más manuscritos que nunca se envían… pero es una cuestión que no se podrá contestar con certeza numérica. Siempre existe la posibilidad de manuscritos engavetados o de novelas que no existen más que en las mentes de sus creadoras.

¿Un índice tan bajo de novelistas es excepción o es norma global?

En la lista de best-sellers del New York Times, el Billboard de los libros en EE.UU., la proporción de novelistas hombres-mujeres era de 68–56 en 2000 y varía, llegando a ser en 2016 de 90 hombres en la lista y 84 mujeres.

Las cifras para los certámenes literarios más famosos van así: catorce mujeres han ganado el Premio Nobel de Literatura. El Premio se le ha dado a 114 laureados, por lo que 100 son hombres. El Pulitzer para obras de ficción lo han recibido 29 mujeres, 60 hombres. El premio más importante de la lengua española, el Miguel de Cervantes, de 40 ganadores, solo 4 son mujeres: una décima parte. Inclusive, en Francia, un país que dice abogar por la equidad desde el Renacimiento, el Prix Goncourt, el premio literario más importante, lo han ganado solo 9 mujeres, en 102 premiaciones. Y de los demás premios franceses, se calcula que solo un 18% es recibido por mujeres.

Finalmente, el Premio Nacional de Literatura, Miguel Ángel Asturias, lo han ganado 6 escritoras y 25 escritores. Es decir, en número de publicaciones, el país está muy atrasado, pero en cuanto a certámenes literarios, refleja una tasa similar a la del resto del mundo.

«El Premio Nacional de Literatura, Miguel Ángel Asturias, lo han ganado 6 escritoras y 25 escritores». 

¿Puede, entonces, hablarse de un techo de cristal literario?

Lo más fácil siempre es aducir que a, causa del machismo de los editores, es que las mujeres no publican más. Varios editores consultados, entre ellos de F&G, Los Zopilotes y Cazamah, aseguran que no se fijan en si los manuscritos que reciben son de hombres o mujeres, sino buscan publicar nuevas voces de calidad y con historias que creen que el medio necesita. Figueroa Sarti incluso afirma que le “interesan mucho los textos escritos por mujeres; creo que es necesario que conozcamos más lo que las mujeres tienen para decirnos”; algo que puede verificarse en la relación hombres (10) a mujeres (8) que ha publicado [no solo novela]. Asimismo, Martínez afirma que hay más mujeres trabajando en el medio editorial y en el académico que hombres, “ya sea como editoras, correctoras, diseñadoras o traductoras; no solo poseen mejor calidad de empleo en esta rama, sino que el número de mujeres que trabajan en la industria editorial muy superior al de hombres”.

Una perspectiva interesante la aporta Deola, la única editora entrevistada:

“Sí hay espacio para las mujeres interesadas, lo que sucede es que son pocas las que escriben. En mi caso, este obstáculo invisible o “techo de cristal” como le llama, no depende de que acepte o no publicarlas, depende más de que las reciba, de que me lleguen las propuestas.”


Los editores opinaron acerca de la ausencia de novelistas…

En ese sentido, los tres editores coinciden: reciben pocos manuscritos, así que creen que las mujeres, o no escriben, o nunca envían sus manuscritos para ser publicados. Las tres editoriales, Alfaguara, Cazamah y F&G Editores esperan recibir los/as autores/as nuevos/as, porque no los buscan (la última, solía hacer un concurso asociado al Banco Agromercantil, y así localizaban a nuevos autores, pero fue cancelado).

También mencionaron que lo que probablemente pasa es que no tienen tiempo para escribir… Por lo general, en el país, los hombres solo trabajan, mientras que las mujeres deben encargarse del funcionamiento del hogar y de la crianza de los hijos, y más recientemente, también trabajar para ayudar al sostenimiento de ellas mismas y sus hijos. Además, de que así ha sucedido en el medio literario histórica y globalmente. Y por último, mencionan un fenómeno importante que debe discutirse más: la autocensura. Figueroa Sarti detalló:

Es probable que haya mucho material escrito que esté escondido porque tienen miedo por lo que diga su familia, sus amigos, etc. Las limitaciones para escribir vienen más del entorno, del matrimonio, de los hijos. Además, existe una censura social, que es más exigente con las mujeres que con los hombres, provocando cierta auto censura. La autocensura siempre proviene de la censura exterior. Quizá lo que debería hacerse [para que más mujeres publiquen] es suprimir la fuerza externa que provoca la censura.

El editor también recomienda que, en realidad, lo que se necesita es que se escriba más, y para ello, debe abrirse la literatura a la gente, porque, quien lee más, escribe más. Martínez evidencia la autocensura, al comentar que “casualmente, acabo de terminar un curso de Escritura Creativa, donde solo participaron mujeres, y una de ellas, comentó que tenía miedo de publicar por ser juzgada por los miembros de su comunidad con base en sus personajes (que definía como «más liberales que ella misma»)”. Y, en la misma línea de recomendaciones para promover la literatura de mujeres y subrayando la causalidad entre lectura y escritura, Deola también habló precisamente de los clubes de lectura: “hay que darles el mérito que se merecen, que no es poco. Estos espacios de conversación en torno a un libro, a un tema –algo muy cercano al gusto de la mujer, nos agrada reunirnos a conversar– han propiciado, no solo el interés en seguir leyendo y compartiendo, sino también el de escribir. Al fin y al cabo, escribir es una consecuencia de haber leído”.

Conozca a las novelistas guatemaltecas. Porque están haciendo historia.

He aquí sus nombres y el número de sus novelas. La mayoría de las editoriales tienen sus catálogos en línea, así que puede hacer una búsqueda en Google con sus nombres y comprarlos. Algunos investigadores de otros países han afirmado que, a lo mejor, tampoco se publican mujeres porque podrían no ser rentables. Demostrémosles lo contrario, ya que los editores locales afirman que las obras se reeditan cuando se venden y se agotan (independientemente del género de los autores).