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La extraña paz de las pandillas con el permiso del Gobierno

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En el último año se han dado muchos cambios dentro de las cárceles. Integrantes de las pandillas Barrio 18 y Mara Salvatrucha en Guatemala han sido trasladados a distintos centros penitenciarios. En estos nuevos “territorios”, concedidos por el Gobierno, las pandillas han puesto en marcha sus propios planes de rehabilitación. A cambio, deben mantener las calles tranquilas.


Al final de un corredor custodiado por decenas de pandilleros, todos formados en dos hileras, acomodados en cada costado de la malla que rodea el área de ingreso al penal, Jorge Yahir de León Hernández, el Diabólico, uno de los máximos líderes de la Mara Salvatrucha en Guatemala, se mantiene a la espera. Viste impecablemente de pants y playera gris, gorra blanca y tenis celestes. Los brazos y el cuello son las únicas áreas visibles de sus tatuajes. 

Al principio es sonriente, amable y hasta parece un poco tímido. Su cortesía hace olvidar por un momento que está condenado a 169 años de prisión por cometer y ordenar decenas de asesinatos desde su celda. Pero de eso no dará ninguna referencia.

Después del saludo y la presentación, de León indica que hay que caminar hacia el salón en donde está el taller de serigrafía. Pide que nadie más acompañe. Y todos quedan atrás, en la entrada. Cuando abre la puerta, se apresura a buscar un par de sillas plásticas. Sospecha. Dice que quiere enterarse bien de qué va la entrevista, cuáles serán las preguntas, de dónde vienen y por qué, para evaluar si está listo para responderlas.

Entonces se le explica que algo ha cambiado dentro de la cárcel desde el año 2020. Es evidente que ha habido movimientos. Y los hommies están muy tranquilos ante el hecho de que La Mara Salvatrucha 13 fue trasladada a Pavoncito hace un año. Él, Yahir de León y 213 integrantes de su pandilla fueron reubicados con todo y talleres de serigrafía, panadería y la clínica dental que tenían en Fraijanes II, casi de un día para otro. Sin emitir un solo reclamo. Y eso es muy extraño.

No Ficción quiere entender por qué la pandilla aceptó tranquilamente y en silencio el traslado de un centro a otro, qué pasó para que eso ocurriera, y cómo está su relación con el actual gobierno de Alejandro Giammattei, que públicamente los ha llamado “terroristas”, entre otras interrogantes.

Cuando llegaron a la nueva prisión, la MS dividió la cárcel, la remodelaron y construyeron su propio sector. Y todo ha estado muy tranquilo.

Yahir, el Diabólico, lo piensa unos segundos. Pide hablar con la reportera en privado y al final decide que no dará declaraciones porque no quiere afectar el trabajo de rehabilitación de los hommies, ni quiere que sus palabras se malinterpreten. Así que solo permite tomar fotografías y hacer un recorrido por la cárcel. 

Pero en su silencio y su trato, hay muchas claves para entender qué es lo que pasa.

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Jorge Yahir de León Hernández, el Diabólico, uno de los máximos líderes de la Mara Salvatrucha en Guatemala. Foto: Oliver de Ros

Cuando el presidente Alejandro Giammattei estaba en campaña en 2019 prometió ‘ser implacable’ contra las pandillas, ponerlos a trabajar, quitarles las visitas conyugales y reducir las familiares. De hecho, la noche que el mandatario tomó posesión, el 14 de enero de 2020, también presentó una iniciativa de ley para declarar a las pandillas como ‘terroristas’. 

Unos 15 días después desplegó decenas de policías en diferentes municipios del país para capturarlos. Y, medio año más tarde, cuando ordenó los traslados de cárceles de los líderes del Barrio 18, la pandilla enemiga de la MS, reiteró que no se dejaría ‘chantajear’ por ellos. 

En consecuencia, a estos traslados, en el Preventivo de la zona 18, el Barrio 18 tomó por la fuerza el sector 13, lo acondicionó y también instaló, ahí y en El Infiernito, equipo industrial para trabajos de rehabilitación. Las autoridades separaron a la Rueda del Barrio 18 y los líderes fueron distribuidos en distintos penales. Pero, como una reacción inusual, ‘el Barrio está tranquilo’. 

Ambos grupos (MS y Barrio 18) están reacomodados en distintos penales, en nuevos territorios, separados. Y las dos pandillas más grandes de Guatemala mantienen conversaciones y ‘buena relación’ con las autoridades de Gobernación y de Presidios.

Las pandillas han dicho que quieren rehabilitarse. Y el gobierno, por su parte, mantiene un discurso en el que no duda en apoyarlos. Mientras tanto hay mucha calma. Una calma desde los dos bandos. Una paz que inquieta porque no es parte de la normalidad dentro de las cárceles.

“A Fraijanes II la vamos a convertir en una cárcel de super máxima seguridad y ahí vamos a ir a refundir a todos aquellos que no quieran alinearse”, dijo Giammattei en febrero de 2020.


Mensajes de silencio

Mientras Yahir de León guarda silencio esta mañana como guía dentro del penal y recorre las instalaciones en su nuevo territorio es fácil recordar lo que ha dicho en otras ocasiones públicamente. En 2019, tras las elecciones presidenciales de Guatemala, el Diabólico dio una entrevista a El País de España. Y a inicios de 2020, tan solo un mes de que Giammattei asumiera la presidencia, volvió hablar con la prensa, esta vez con El Faro de El Salvador.

En ambas entrevistas, el mensaje que el Diabólico quiso enfatizar era que su pandilla, la MS, buscaba la rehabilitación y pedía abrir “canales de diálogo” con el gobierno para que su organización presentara su propio plan de reinserción sin que su estructura fuera desarticulada. “En las pandillas no se puede confiar, tampoco en el Gobierno de Guatemala, pero se puede dialogar”, dijo a los periodistas salvadoreños.

Para los periodistas españoles el mensaje que trasladó al nuevo presidente de Guatemala recién electo fue: “La paz en la calle comienza en las cárceles”, y agregó que se comprometía a la “pacificación” a cambio de programas de reinserción.

En la entrevista con El Faro, añadió una advertencia. “Lo que nosotros estamos haciendo dentro de este penal no es una plantilla (un engaño), de decir trabajemos aquí y bajo la mesa extorsionemos o robemos o asesinemos. Nel. Yo hablo directamente: si el gobierno sabe que nosotros estamos chingando dentro de esta cárcel o mandando matar desde esta cárcel, pues que tome sus medidas, que accionen y que nos aísle. ¡Pero con pruebas!”.

Si le quitaban la serigrafía, las cocinas, las pesas, los juegos y convertían la prisión en una de máxima seguridad con celdas de aislamiento, él Diabólico dijo: “Eso es a lo que yo no quiero llegar, por eso es que yo estoy peleando de una o de otra forma para que eso no suceda, pero no lo quiero pelear a punta de plomo, no lo quiero pelear amenazando con hacer esto y lo otro”. 

Incómodo y en silencio, Yahir regresa a la serigrafía para continuar el tour y lo hace con la actitud de un alcalde que promociona las nuevas obras de la comuna o como un empresario que enseña la modernización de su fábrica. Han pasado casi dos años desde aquellas declaraciones con medios internacionales. Y parece que su plan de rehabilitación, uno propio, desde la perspectiva de las pandillas, ha sido puesto en marcha, pero él, a pesar de la evidencia, no desea confirmar o negar nada.

Ahora Yahir camina hacia la clínica dental que para este día no tiene pacientes. Luego posa para las fotografías y continúa para el patio en donde hay ventas de comida, licuados y frutas. Todos los vendedores, tatuados con MS13, están presentables, con guantes y mascarillas. Ellos sonríen a los visitantes. 

La pintura en las paredes es impecable, los pisos están limpios, el cielo falso y el piso cerámico de los salones está casi nuevo. La panadería está regresando a la puerta de ingreso al sector. “Privados de libertad en rehabilitación”, se lee en la parte de atrás de las playeras que usan los que hornean pasteles y pan. 


El permiso del Gobierno

El Ministro de Gobernación, Gendri Reyes, en una breve entrevista indicó que los cambios en la cárcel y los traslados de los pandilleros dentro del Sistema Penitenciario fue una estrategia para mantener el control sobre los privados de libertad. “Cuando se entró como gobierno (en 2020) se tenía la disponibilidad de parte de los pandilleros (para los traslados) por eso hicimos la gestión para los cambios y se hicieron los avisos al Organismo Judicial para poder tener un mejor control de ellos”, explicó.

Las autoridades tampoco descartan la comunicación con los máximos líderes de las pandillas para tener su autorización en torno a estas decisiones. Luis Rodolfo Escobar, director del Sistema Penitenciario, añadió: “No hubo golpes, ni hubo muerte porque tratamos de hablar con el líder (Yahir de León) y concientizarlo diciendo de que era momento de salir de ahí y lo aceptó con tal de que los dejemos vivir”.

La MS 13, luego de su traslado, dividió la cárcel en dos. Del lado derecho quedaron los ‘paisas’ (reos que no son pandilleros) y del lado izquierdo la pandilla. “Esto es algo que no se había visto durante años. Puede que sea una bomba de tiempo, pero hasta ahorita no hemos tenido ninguna confrontación y esa es prueba de que ellos quieren cambiar”, dijo el director de Presidios. 

Pavoncito estuvo controlada de 2006 a 2014 por el capitán Byron Lima. Durante todo ese tiempo no se aceptaron pandilleros en el lugar. Lima fue condenado a 20 años por el asesinato de monseñor Juan Gerardi y murió asesinado en prisión en 2016. Él instaló una maquila adentro de esa cárcel, llamada Cooperativa Torre Fuerte, en donde imprimió playeras, botas y mochilas para partidos políticos, empresas públicas y privadas. 

En 2012, se habilitó el servicio de transporte dentro del complejo carcelario de Fraijanes. Los buses fueron decomisados por el Ministerio Público en 2014 como parte de las investigaciones del caso Botellas, en donde acusaban a Lima de dirigir una red de traslados ilegales en Presidios.

Los buses que Lima utilizaba han regresado. Los familiares de los reos los utilizan para llegar hasta la entrada del presidio. Nadie sabe quién es ahora el nuevo dueño. Pero son parte de los cambios que llegaron con los traslados de los pandilleros a su nuevo lugar de rehabilitación. Incluso el camino de terracería fue aplanado en noviembre por los reos de Pavón, luego de una orden por parte del gobierno. El viaje, recordando los tiempos en que Lima controlaba esta cárcel, son un poco más rápidos que cuando se hace a pie.

Yahir de León lleva el tour a un lugar donde los cambios dentro de la cárcel están en construcción. Hay ruido de martillos y cinceles. El sector asignado a la MS 13 aún no está terminado. Este día, varios hommies trabajan dentro de una zanja en donde construirán un nuevo salón. Costales de arena, cemento, palas y piochas están dispersas en el lugar. 

En medio de todo el recorrido hay un área que sobresale en el penal, es el pequeño jardín con grama sintética, donde hay resbaladeros multicolores y juegos decorados con dos mantas, una con princesas de Disney y otra de carros Hot Wheels. Yahir se detiene en silencio. Es obvio que el lugar es un área para las visitas, para que los hijos de los pandilleros los puedan llegar a ver. Es quizás uno de los cambios más relevantes. Y claro, un escenario infantil muy poco común para que exista dentro de una cárcel. El Diabólico no niega ni confirma que todo lo que le rodea sea consecuencia de sus mensajes dados al presidente Giammattei en los diarios internacionales.

“Somos privados de libertad, miembros de la Mara Salvatrucha, y si venimos y negociamos es como si nos pusiéramos a la altura del gobierno, no importa si el gobierno es corrupto o si el gobierno está trabajando de la mejor manera, aquí lo que realmente se quiere es dialogar. ¿En qué sentido? Necesitamos trabajar y necesitamos oportunidades”, como dijo Yahir en la entrevista con El Faro. 


El Barrio 18 está ‘tranquilo’

Para entender los últimos cambios dentro de las cárceles, en beneficio de las pandillas hay que ir un poco más atrás en el tiempo. El 22 febrero de 2017, los líderes del Barrio 18 (Rueda del Barrio) fueron trasladados de Fraijanes I a El Infiernito en Escuintla. Según la policía, el argumento para esta operación radicaba en que extorsionaban y ordenaban asesinatos desde la prisión. Después de la requisa detectaron que faltaban cuatro reos que se habían fugado.

Ese mismo día, el Ministerio de Gobernación, tras detectar este patrón criminal desde las cárceles, tomó una postura restrictiva y condicionó las visitas y encomiendas en la nueva prisión a donde trasladaron al Barrio 18. Ante estas medidas, los pandilleros se amotinaron y dañaron las paredes e infraestructura del penal. Un mes más tarde, el Barrio 18 se volvió a amotinar, esta vez en la cárcel de menores Etapa II, donde también hay miembros de esta organización. Los menores retuvieron a siete monitores, a cuatro de ellos los asesinaron. 

Esa noche, no conformes con la revuelta, los pandilleros organizaron seis ataques simultáneos contra la Policía en el que usaron fusiles de alto calibre. Tres agentes murieron por los disparos en distintos puntos de la ciudad. A esto, le siguió una manifestación afuera de la sede del Sistema Penitenciario comandada por las esposas y familiares de los recluidos en El Infiernito. 

En esta escalada de acciones, una de las más importantes fue el asesinato del entonces director de esa cárcel, Vidal Serceño Lemus, hecho que la Policía atribuyó al Barrio.

No obstante, en tanto los actos violentos no paraban, una facción del Barrio 18 desesperado y molesto por el régimen al que lo habían sometido, buscó la intermediación de la Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal de Guatemala. 

El obispo y cardenal, Álvaro Ramazzini, recuerda cuando llegó el Barrio 18 a solicitar su intervención: “Lo que ellos pretendían era que hubiera una conferencia de prensa, un aviso para dar a conocer la situación en la que los tenían. Los tenían confinados, aislados, no tenían visitas, y los tenían en régimen de verdadero aislamiento”. 

Ramazzini aceptó. Llevaba un mensaje para las autoridades en el que los pandilleros explicaban que querían cambiar, reivindicarse. “Lo que les ofrecí fue hablar con el ministro de Gobernación para tratar el asunto y así lo hice. Hablé con el ministro y el viceministro. ‘Si hay señales de ellos de querer cambiar y respetar a la ciudadanía pues nosotros estamos abiertos al diálogo’, me respondieron. Entonces escribí una carta para informarles a ellos (Barrio 18) de eso, pero no recibí ninguna respuesta”,  añadió Ramazzini. El Barrio no contestó.

Francisco Rivas era el Ministro de Gobernación de esa época, cuenta que en efecto, los pandilleros solicitaron dialogar, pedir programas de rehabilitación, y entre las condiciones estaba tomar otro sector en el Preventivo. A cambio bajarían la incidencia criminal.Rivas les respondió que no negociaría con ellos.

Sin embargo, durante el gobierno del presidente Alejandro Giammattei se han hecho dos traslados importantes para desarticular y aislar a la Rueda del Barrio, entre septiembre y octubre de 2020. El Barrio reaccionó la primera vez reteniendo a 14 guardias de Presidios en dos amotinamientos coordinados, uno en el Preventivo de zona 18 y en El Infiernito en Escuintla. 

Además, los abogados de los pandilleros interpusieron medidas legales para evitar los cambios y 13 de los 36 reos lograron temporalmente ganar el pulso a Gobernación y regresar a sus celdas evitando la salida de su territorio.

Aldo Dupie Ochoa Mejía, el Lobo, líder de la Rueda del Barrio 18, condenado a más de mil años de prisión por asesinatos y extorsiones, mientras era trasladado de una cárcel a otra, dijo estar ‘tranquilo’.

“No hay nada malo con lo que el gobierno mande. Ahuevos así toca. Sí, me la garantizaron (la seguridad). Normal, tranquilos, el Barrio 18 está tranquilo”, dijo Ochoa Mejía, en septiembre de 2020, cuando era trasladado al Cuartel Matamoros. 

Un año antes, todavía como candidato a la presidencia, Alejandro Giammattei lanzó una advertencia a las pandillas. Dijo: “Esas personas que causan terror cuando agarran una AK-47 y le disparan a un bus hiriendo y matando a un montón de gente no pueden ser tratados como simples angelitos en una cárcel van a tener derechos mínimos, no derechos máximos”.

Un año después y dos meses antes del primer traslado de la Rueda, Presidios le autorizó al Barrio 18 el ingreso de diferentes materiales de construcción para los sectores 11A y 11B. Ese fue uno de los primeros cambios que se notaron dentro de las cárceles.

Escobar, director del Sistema Penitenciario, consultado para este reportaje sobre este contexto relacionado al Barrio dice: “Hemos hablado en varias ocasiones y de hecho puedo comentarle que sí se autorizó que ellos acomodaran ciertos espacios donde van a hacer alguna panadería, una serigrafía y obviamente ellos han dicho que prometen portarse bien fuera y dentro de la prisión”.

Añadió, “Yo no estoy negociando con ellos. Yo lo único que estoy haciendo es entrando por el lado humano”.

Se trató de contactar con algún líder de la Rueda, pero por cuestiones de seguridad Presidios no otorgó el permiso. 

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Adentro de las prisiones del país funcionan planes de rehabilitación diseñados por las pandillas. Foto: Oliver de Ros.

El presidente y las pandillas

Giammattei fue director de Presidios entre 2005-2007. Durante su administración siete reos de la cárcel de Pavón fueron asesinados durante el operativo policial conocido como Pavo Real. El 25 de septiembre de 2006, más de tres mil policías ingresaron al penal para retomar el control de una cárcel que se había llenado de los lujos y extravagancias con las que vivían los reos. La operación, sin embargo, terminó en una masacre.

Después de ese hecho, el ahora presidente estuvo preso 10 meses acusado de haber cometido ejecuciones extrajudiciales en el Caso Pavón. Sin embargo, logró que un juez desestimara su participación en los asesinatos de siete reos. Giammattei fue funcionario en las cárceles durante el gobierno de Oscar Berger, este no fue el único escándalo violento de su época.

La cúpula de Gobernación y policial de esos años fue señalada de conformar un grupo de ‘limpieza social’ que cometió ejecuciones extrajudiciales, secuestros, entre otros delitos, aunque muy pocos fueron investigados. 

Estos no son los únicos recuerdos que se tienen de Giammattei durante su gestión y su relación directa con las pandillas. Yahir de León, el Diabólico, aun absorto en su recorrido dentro de la cárcel, siempre en silencio, guarda reserva sobre el presidente de Guatemala.

En las dos entrevistas con los medios internacionales, no obstante, el máximo líder de la MS reconoció que Giammattei los ha ayudado con otras propuestas de rehabilitación. En 2006, cuando estuvo recluido en el Boquerón: “Nosotros empezamos a platicar con él de que nosotros queríamos mejoras dentro del centro, entonces él nos empezó a habilitar todas esas mejoras, llevándonos rehabilitación y trabajo”, como dijo en su entrevista con El Faro. 

En febrero de 2020, apenas con un mes en el poder, el presidente advirtió: “La reforma al Sistema Penitenciario va. Vamos a retomar el control de las prisiones. El programa de trabajo adentro de las cárceles va a ser una realidad en el corto plazo. En el tema de seguridad, no vamos a jugar”.

Durante el cierre del país a causa de la pandemia, entre marzo y septiembre de 2020, los integrantes de ambas pandillas, la MS y el Barrio 18, se dedicaron a confeccionar mascarillas de tela y trajes protectores que donaron tanto a agentes policiales como penitenciarios y a personal de hospitales. Además, regalaron escritorios de madera para las escuelas.

“Las extorsiones y la incidencia criminal bajó como nunca durante el cierre de la pandemia, pero con la reapertura del país se incrementaron las extorsiones. No tenemos todavía indicadores de que las pandillas han cambiado su comportamiento”, dijo un agente policial de la División Antipandillas. 

Mientras tanto la actual política penitenciaria consiste, según Escobar al frente del Sistema Penitenciario, autorizar todo lo que sea un taller que pueda servir a los pandilleros para aprender un oficio y logren reinsertarse a la sociedad al momento de recobrar su libertad. No importa si es en un centro preventivo o de máxima seguridad.

Los cambios dentro las cárceles, los traslados, los nuevos beneficios para los pandilleros han mantenido la calma. No se trata de una tregua, o una negociación abierta entre el gobierno y los pandilleros, pero sí una concesión a cambio de paz. Una paz que se ejecuta como una orden que proviene desde el interior de las prisiones.