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Las reglas de las pandillas en la campaña electoral

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Los partidos políticos se adaptan a cualquier exigencia cuando están en campaña. Tienen muchos rostros para cada público y se amoldan a las exigencias de los grupos de poder. Durante los cinco meses que dura esta campaña, los candidatos recorren el país incluyendo las llamadas “zonas rojas” controladas por dos de las pandillas con más presencia: el Barrio 18 y la Mara Salvatrucha.

Las normas de las pandillas marcan lo permitido y lo prohibido para los partidos en las zonas bajo su control:

-Pide permiso.

-Que todo el equipo de campaña vaya identificado.

-No uses chalecos o sacos donde se puedan ocultar armas.

-Ingresa solo para hacer campaña.

-Si te piden que te retires, obedece.

En pocas palabras: respeta a la autoridad real sobre el territorio.

Cuando los políticos pisan zonas bajo el control de estos grupos no tienen otra opción que cumplir sus reglas para resguardar su vida y la de su equipo. Esto lo dicen representantes de partidos políticos que han hecho campañas en zonas rojas. Es un pacto arriesgado e indecoroso, pero lo aceptan.

 El disparo en la Verbena

“Lamentable la situación en Guate. Hoy nos dispararon en la Verbena. Pero a pesar de la situación seguiremos caminando, casa a casa y voto a voto”, escribió en su cuenta oficial de Twitter, el 5 de mayo, Gerson Sotomayor candidato a diputado por la región metropolitana de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE).

Gerson Sotomayor denunció en su Twitter haber recibido un disparo en la Verbena.

El candidato y sus colaboradores fueron alertados por los vecinos ese día para que salieran de allí. El tiempo de visita había terminado, pero cuando se disponían a salir, un disparo atravesó el vidrio del lado del copiloto. Todos se asustaron, pero nadie quedó herido.

“Ya nos habían dicho, hecho la advertencia de que ya no querían que bajaramos. No les gustó que el vehículo llevara la música (de campaña) y dijeron: ‘no bajes’, ‘que ya no baje más el vehículo’ ”, cuenta Sotomayor.

Sotomayor pidió a su equipo que regresaran, pero el carro no tenía espacio para dar la vuelta y fue en ese momento cuando dos personas que se conducían en una moto les dispararon. “La lección aprendida es que todos tienen que respetar las reglas de cada uno de los lugares, de cada comunidad. Cada barrio, cada colonia, cada calle es de condiciones distintas y hay que conocer la ciudad para poder saber hasta dónde se puede llegar”, dice el candidato a diputado por la UNE.

Un mapa salpicado de rojo

Según la Policía Nacional Civil (PNC) las zonas rojas son las que reportan altos índices de criminalidad, debido a la presencia de pandillas que controlan el sector. Se trata de barrios o comunidades urbanas estigmatizadas muchas veces por la presencia de las pandillas. Zonas en donde los agentes de la PNC solo ingresan durante los operativos contra extorsiones. Barrios duros en donde los roces entre clicas por sus territorios suelen terminar en violencia.

El informe Cultura Criminal Extorsión en Centroamérica, elaborado este año por la Iniciativa Global e Insight Crime, asegura que Guatemala es uno de los tres países del Triángulo Norte con la mayor presencia de pandillas y extorsiones en la región.

“Guatemala ocupa el primer lugar en denuncias por extorsiones en la región, 102.7 (aproximable a 103 casos) por cada 100 mil habitantes”, cita el documento.

Además, un mapa elaborado  por Insight Crime estima que cinco de los 22 departamentos del país, son los que tienen la mayor presencia de “clicas” de ambas pandillas. Uno de estos cinco, y el principal centro de operaciones de estos grupos, es el departamento de Guatemala.

«Las “zonas rojas” se caracterizan porque tienen, en su mayoría, una sola vía de entrada y salida. Una calzada principal atiborrada por tiendas, ferreterías, librerías y todo tipo de negocios». 

En la capital sobresalen las zonas 5, 6, 7 y 18 como focos de violencia en relación a las pandillas. Mientras que la información oficial de la PNC indica que a parte de estos sectores, también hay varias colonias de municipios como Villa Nueva, Mixco, Chinautla, entre otros, habitados y controlados por integrantes de estos grupos.

Las “zonas rojas” se caracterizan porque tienen, en su mayoría, una sola vía de entrada y salida. Una calzada principal atiborrada por tiendas, ferreterías, librerías y todo tipo de negocios. Algunas colonias colindan con barrancos que funcionan como puerta de emergencia para los pandilleros, un corredor para huir en caso de un operativo de la policía.

Los estrechos callejones similares a laberintos y las casas de block construidas desordenadamente una al lado de la otra. Algunas viviendas tienen dos o más niveles, algunas cuentan con ventanas de vidrios polarizados. Otra característica común es que tienen algún campo de futbol o canchas de basquetbol en donde generalmente suceden los ataques entre grupos.

“Desde que usted entra a la colonia hay niños, mujeres, ancianos que informan a las pandillas, ellos son utilizados como banderas (vigilantes) por las pandillas. Otro punto de vigilancia importante para las pandillas son las casas, porque observan todo desde arriba”, cuenta un agente municipal de tránsito que patrulla en Mixco.

Vecinos entrevistados de diferentes colonias de Mixco y zona 18, quienes pidieron por seguridad omitir su nombre, están acostumbrados al ambiente que viven en las colonias. Ellos ya saben que cuando anochece lo recomendable es no salir de sus casas y que la clave es conocer a los pandilleros para que estos no los dañen, pues los blancos perfectos son los nuevos vecinos o los extranjeros que pasan por el lugar.

Estos lugares coinciden con el riesgo y el dominio que han encontrado cinco de los siete políticos entrevistados por No-Ficción. Candidatos de diferentes partidos políticos contaron ¿cómo es hacer campaña en zonas rojas? y ¿qué reglas tienen que acatar cuando visitan estas colonias?; los entrevistados, sin embargo, pidieron reservarse si sus contactos fueron con el Barrio 18 o la Mara Salvatrucha. Los candidatos indicaron que por razones de seguridad no se referirán a grupos en específico.

Candidatos a alcaldes o diputados se escudan en que no pueden dejar de hacer campaña en estas zonas densamente pobladas y que llegar a acuerdos con líderes de pandillas es necesario para celebrar sus mítines o caminatas. Una situación que, según los testimonios recolectados es común desde hace al menos tres campañas, unos doce años.

El departamento de Guatemala representa 1 millón 808 mil 743 votantes registrados, un 22 por ciento del total de 7.7 millones de votantes empadronados para estas elecciones, según registros del TSE.

Los candidatos que realizan campaña en las zonas conocidas como “rojas” a pesar de los riesgos debido al enorme caudal de votos que suponen.

Las reglas y el terreno minado

Los candidatos son las caras visibles de las agrupaciones políticas, pero detrás de ellos  trabajan decenas de personas para preparar una campaña. En todo el país tienen muchos líderes locales. Estos deben ser reconocidos primero en sus comunidades y por eso son seleccionados para unirse al equipo. Así lo explicaron los políticos entrevistados.

Ellos reconocen que muchos de sus líderes son familiares de pandilleros, madres, hermanas, esposas, tías, abuelas, etcétera, pero este dato lo pasan por alto para posicionar a su partido y concentrarse en los votos.
Estos dirigentes locales preparan el terreno porque conocen a los vecinos, reúnen a la gente, ayudan a organizar los eventos de campaña y son la llave para que los candidatos entren a promocionarse. Por eso, tanto en zonas rojas como en cualquier otro lugar los líderes están al lado del candidato en estas actividades. Ellos son quienes les comunican las normas de las pandillas.

Las reglas, según sus testimonios, son: los vehículos ingresan con los vidrios abajo, todo el personal que entra debe estar identificado con ropa o accesorios del partido político, solo llevar volantes, el paso está prohibido en algunas calles y avenidas y no debe preguntarse la razón. Hay horarios restringidos, una suerte de derecho de paso temporal y no negociable.

Otra exigencia es que el equipo debe evitar usar las chumpas y chalecos para verificar que no lleven armas en la cintura. Si por alguna razón el recorrido debe suspenderse, hay que atender la instrucción y salir de inmediato.

Wagner Roldán, candidato a alcalde de Mixco por Pan-Podemos afirmó en una entrevista que se sentó a platicar con líderes de pandillas.

El pacto indecoroso

Wagner Roldán es candidato a alcalde de Mixco por la alianza PAN-Podemos. Esta es la tercera campaña que coordina, pero la primera vez que se postula para ese cargo. Antes fue vicealcalde de Otto Pérez Leal, del cancelado Partido Patriota. Roldán confirma que ese municipio tiene varias colonias conocidas como zonas rojas, donde las extorsiones son la principal actividad de las pandillas y los asesinatos son parte del ambiente.

“Tuve la oportunidad de sentarme con un jefe de mara en el sector de Carolingia a pedirle permiso para entrar allí a trabajar el tema de política y que conociera nuestro plan”, cuenta Roldán.

Durante la plática con el supuesto jefe de la pandilla, Roldán le explicó el plan de trabajo y los beneficios políticos del proyecto para su familia. Ya con su venia, el candidato y su equipo continuaron con la campaña. Roldán justifica esta conversación porque dice que Carolingia es una colonia que aporta al menos 4 mil votos, y porque con esta acción resguardaba físicamente a los colaboradores del partido.

La Carolingia, que colinda con El Milagro, está dividida por secciones y lotes. La gente allí vive confiada porque los asaltos ocurren fuera del sector, en la calzada Roosevelth o la San Juan. Y, si es dentro de la zona, las víctimas son personas ajenas al lugar, asegura un vecino.

“De día es tranquilo y en la noche se pone peligroso. Lo más común son los asaltos a mano armada o motoristas que vienen de El Milagro y roban a un extraño que ande por aquí. Pero los líderes de la Carola, como le llamamos, tienen una tregua para mantener la tranquilidad y no atraer la atención policial”, cuenta un residente de esta colonia, que por seguridad pidió el anonimato.

Según este vecino la incidencia criminal en Carolingia ha bajado y lo que más ocurre es que a veces hay tiros al aire. Cuando ocurre algún hecho violento, los policías solo entran en grupos de más de tres patrullas.

Las anécdotas abundan entre los entrevistados, pero la mayoría coincide en el tipo de instrucciones a seguir y en que las aceptan para evitar riesgos o atentados contra ellos o su equipo de campaña.

“Hablo con los líderes y ellos me ingresan. Nunca voy solo a un lugar, es arriesgado”, dice Ronald Arango, diputado del partido Todos, electo en 2011 por la UNE, y  quien busca su reelección por Todos. Arango coordina la campaña de ese partido en el área metropolitana.

Arango tuvo una experiencia en la zona 18 que ejemplifica el control territorial de las pandillas. Terminó su recorrido en la colonia El Paraíso y tenía que cruzar un puente que conecta con las Alamedas, pero las personas de su partido no pudieron pasar porque al otro lado del puente manda otra pandilla. Su salvoconducto no iba más allá de 250 metros de distancia, tenía que cruzar solo. Cuenta que se arriesgó y otros coordinadores de su partido lo recibieron del otro lado del puente. Ellos sí tenían la aprobación de la pandilla rival.

Un vecino de La Alameda I, recuerda que ese puente que menciona Arango fue construído hace unos 20 años y es más conocido como “la pasarela”. Antes la gente tenía que atravesar el barranco para cruzar de El Paraíso a las Alamedas y el lugar era usado como basurero,  a la fecha es un sitio peligroso que ni los mismos residentes quieren cruzar.

“Allí se empezaron a cometer crímenes, violaciones, asaltos. A todos nos da miedo y por eso preferimos caminar más y tomar otra ruta, la que lleva para Pinares”, cuenta el vecino que habló bajo condición de anonimato.

Dorian Taracena, diputado de Encuentro por Guatemala, también busca su reelección y está encargado de la campaña de su partido en el departamento de Guatemala. Taracena explica que para él hay tres tipos de zonas: roja-roja, roja y rosada. Ellos miden el peligro según las noticias y corren el riesgo si alguna de esas colonias es representativa al momento de votar.

“Hay una parte al final de zona 18 a la altura de Paraíso. Allí no se puede entrar, es complejísimo, imposible. Además, electoralmente hablando, tampoco es representativo”, explica Taracena.

Las anécdotas abundan entre los entrevistados, pero la mayoría coincide en el tipo de instrucciones a seguir y en que las aceptan para evitar riesgos o atentados contra ellos o su equipo de campaña. “A la hora que nos dicen entramos, entramos, y cuando nos dicen salimos, salimos. No hacemos nada contrario a lo que ellos nos indiquen”, dice Taracena.

Se intentó contactar con algunos líderes de barrios y colonias de zonas rojas de diferentes partidos para escuchar sus argumentos, pero por razones de seguridad ninguno quiso hablar. “Lo que pasa es que muchas de las señoras que se afilian o participan con los partidos son familiares de los pandilleros o son ‘banderas’ y cuando llegan los candidatos ellas están pendientes si ven a alguien entrar con cámaras de fotos o videos porque piensan que algún policía o investigador se les puede colar”, explica el vecino de Carolingia.

Oscar Chinchilla, diputado del partido Compromiso Renovación y Orden (CREO), participa en esta campaña y busca ser reelecto al Congreso. Él es coordinador de campaña por el departamento de Guatemala y le ha tocado visitar no solo las zonas rojas de la ciudad sino también de los municipios y su experiencia no varía de las de sus colegas de otros partidos. En algunos lugares de riesgo, reconoce, ha optado por hacer reuniones a puerta cerrada con su equipo.

José Alejandro Martínez, candidato a diputado del Partido Unionista, y Luis Hernández Azmitia, diputado que busca su reelección con la coalición PAN-Podemos, también hacen campaña en el departamento de Guatemala. Ellos fueron los únicos entrevistados que dijeron que no encontraron problemas para ingresar a cualquier sitio. Aunque Hernández comenta que en la campaña  de 2015 en El Gallito, zona 3, sí les pusieron reglas para entrar y hasta les revisaron los carros, pero esta vez sus giras se realizaron sin problemas.

El presidenciable de la alianza PAN-Podemos, Roberto Arzú, precisamente ha sido uno de los candidatos que más ha mencionado a las pandillas en sus discurso. Con la consigna “o se rinden o se mueren” Arzú ha utilizado un discurso radical en el cual lanza amenazas a “criminales y pandilleros” a través de las redes sociales.

“No estoy enterado de esas reglas que ponen las pandillas, pero yo no les haré caso. Si tengo que ir a alguna de esas colonias y me sale un pandillero me le pondré de frente para enfrentarlo. Hay que terminar con ese problema que tanto afecta a la gente”, dice Arzú.

Mientras que, Martínez dice que hay paradigmas y prejuicios contra estos sectores y que su partido no tuvo ningún inconveniente en esta campaña. “Estas áreas que les dicen rojas, luego resultan no siendo tan rojas, pues allí viven quienes se  dedican a cosas que no deberían y ellos quieren que su barrio esté tranquilo (…) y normalmente en esos sitios reina la calma en la medida en la que saben a lo que uno va”, explica el candidato del Partido Unionista, agrupación al frente de la municipalidad capitalina durante las últimas cuatro elecciones.

La presencia de mupis, vallas  y carteles electorales va disminuyendo conforme inician las zonas controladas por pandillas. En sus zonas  ellas imponen su reglas.

Sin denuncias

Los candidatos que han tenido estas experiencias, o que conocen del tema, prefieren no denunciar a la policía, solamente informan a lo interno del partido. “Es contraproducente y tampoco podemos llegar acompañados de policías. Además ya sabemos que si lo denunciamos las autoridades no van a resolver nada y no queremos afectar a nuestro equipo”, fue la respuesta que más se repitió entre los candidatos.

La fiscalía contra la extorsiones del Ministerio Público, el departamento de comunicación social del Tribunal Supremo Electoral y el viceministerio de Prevención de la Violencia del Ministerio de Gobernación, fueron consultados y coinciden en que no tienen ningún reporte sobre el tema.

Sin embargo, organizaciones de la sociedad civil que realizan monitoreo electoral, o se dedican a temas de seguridad, respaldan los testimonios de los candidatos.

“Tengo conocimiento de que en lugares de zona 18 para el acceso de los equipos de campaña tienen que pedir autorización a integrantes de pandillas y otras organizaciones que actúan al margen de la ley. Es una constante en las áreas marginales del área metropolitana y que se repite en Villa Nueva, Mixco y lugares con mayor presencia de pandillas”, indica Rubén Hidalgo, director del Instituto Centroamericano de Estudios Políticos (INCEP) e integrante de Mirador Electoral.

A pesar de eso, esta organización no tiene sistematizada esa información porque esos puntos no están en su monitoreo.

El “respeto” y una suerte de reconocimiento de la autoridad de facto de las pandillas en estas zonas se impone entre los partidos. Ver, oír y callar es también una realidad para políticos electos y aspirantes a cargos públicos. En época electoral las pandillas son las que imponen las reglas de cómo hacer campaña. Un territorio que no controla el TSE ni las leyes electorales, tampoco los políticos y candidatos.