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Tres versiones del encierro

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El encierro puede crear mundos sin colores. Los que se mantienen en tratamiento contra el pánico y la agorafobia. Los que llaman a la línea de atención y orientación de Covid-19 a las 3 de la mañana. Los que viven en un árbol porque no tienen casa. Tres historias de Javier Payeras ante la pandemia. 

1.    CLONAZEPAM

No he hecho más que ver la televisión con ese largo vacío en la mirada, porque solo nutro de porquería mi voluntad de pensar en algo más. La ansiedad apagada con Clonazepam, las dos insípidas pajas diarias para atenuar la libido durante el encierro y la costumbre desmontable de involucrarme en el Facebook con algún comentario medianamente pensado y posteriormente devorado por aburridos onanistas que rumian en su casa porque han perdido su libertad (lo que significa entre líneas que no se soportan ni a sí mismos ni a sus parejas, padres o hijos). Ese circo de fotos y chismes de acoso sexual, corrupción política, personas fallecidas y las bondades inusitadas de personas de la farándula.

Me imagino que te preguntas qué hago y por qué gozo del privilegio de estar encerrado en plena pandemia. Pues bien, trabajo haciendo traducciones, correcciones de estilo, proyectos de…, pero la verdad es que mis papás me heredaron dos casas en buenas colonias de la ciudad y no tengo otra ocupación que ir al cajero automático a sacar el dinero. Tengo privilegios, pues sí… la verdad no tengo de qué quejarme. Puede que lo único que me haga sentirme culpable es el no aprovechar mejor el tiempo, por eso mismo me puse a escribir, no he publicado nada, no me considero escritor ni nada importante. Leo, eso sí, siempre compro libros, me gusta tenerlos ordenados por color y editorial en mi librera. Le entro mucho a las novelas, la poesía me da pereza, quizá no la entiendo o me caen mal los poetas. La filosofía y el ensayo la verdad… es que me siento demasiado cansado con el tema del mundo como para tratar de entender el origen de tanto lío.

Me gusta leer novelas que ganan premios, novelistas famosos, gente que vale la pena. No voy por allí hablando de pobres diablos de países subdesarrollados que murieron borrachos o presos. Qué pena, pero realmente no leo perdedores, una vez un columnista de El País escribió que es difícil que actualmente un genio no sea publicado y que permanezca en el anonimato. Creo que tiene razón… no me acuerdo como se llama el que lo dijo… es escritor también… en fin, no importa.

La cuarentena en este país, te he de contar, ya lleva noventa días. Sé que muchos la están pasando mal. Tengo amigos que quebraron ya. Tanta ilusión con que abrieron sus negocios y ahora están sin un centavo, llenos de deudas, vendiendo sus aparatos y mobiliario; me duele particularmente porque sus sueños se acaban. Además, tienen que indemnizar a sus empleados. Siendo honesto, la gente trabajadora siempre está jodida, pero es gente acostumbrada a pasar penas. A los que hemos tenido un poco más en la vida nos duele más la ruina, precisamente porque creemos de forma estúpida que la pobreza nunca va a llegarnos. Ojo, que no me considero clasista ni racista, pero, a ver, hay gente acostumbrada a aguantar más, ¿o no? Quizá estés en desacuerdo conmigo porque piensas que eres mejor persona que yo, solo porque se te salen las lágrimas viendo documentales y lees noticias tristes de desamparados o firmas cartas en Change.org, no te discuto nada, sólo me estoy tomando el tiempo para escribir un poco y airear las ideas.

Estoy conmocionado con todo eso del #BlackLivesMatter. Era de esperar que reventara el desmadre de esa forma. Malditos policías gringos, ¡qué forma de tratar a los negros!, asco total. Me erizó la piel ver las protestas. Puse varias veces ese disco de Kendrick Lamar, qué buenas letras, hay unas listas en Spotify geniales, la selección de música que hicieron es maravillosa, lo hace a uno temblar, toca. Me gusta el hip hop, lo entiendo, lo siento. Aunque soy más de música electrónica o quizá más de esa que encajonan genéricamente como indie. Pero ha estado sonando muy bien todo eso de los negros y su legado, wow, las letras, dan ganas de estar allí en Minneapolis guerreando contra los gringos fachos. En Netflix hay un chingo de documentales, vaya, esas películas de Spike Lee están en todo. De hecho, estaba leyendo un libro de Antonio Ortuño que, aunque es chistoso y divertido como siempre, me terminó aburriendo y mejor me fui a buscar uno de Tony Morrisson, La canción de Salomón se llama, no la había leído antes, es triste esa historia, me recordó El color púrpura o The Help, obras maestras, geniales películas, tristes así de llorar. Lo castigan a uno de verdad.

Ya agoté el menú de la comida a domicilio, estoy ayudando a los emprendedores pequeños. Pero la verdad se tardan mucho en traer los pedidos que uno les hace, además se equivocan o todo viene frío. Le doy unos cuantos billetes más a los repartidores. Consejo sano, no se quiten la mascarilla, esa gente seguro tiene el Chinavirus, andan todo el tiempo en la calle. Mucha gel y mucho lavado de manos luego de recibirles las cosas.  Qué mierda, dije Chinavirus, como el maldito Mr. Trump. Aclaro, odio a Trump, es un tipo sucio, repugnante. Es el típico acosador maloliente y millonetas que nos trata como basura por ser latinos. Uno que es más blanco que el resto de la gente por acá, pues no sufre tanto como un indígena que se va de mojado a Estados Unidos. Ok, estoy de acuerdo en que les acusen de ilegales, ¿para qué se van a un país que no los quiere?… Pero tampoco hay derecho de que los traten así y digan todo eso que sale diciendo ese animal. Además, irse a los Estados tampoco es para tanto. La primera vez que estuve ahí fue en Disney cuando era niño y fue un lugar ridículo, asqueroso, luego me gustó más cuando estuve de intercambio del colegio y todo eso. Ahora no iría ni de loco. La verdad el viejo siempre salía con sus estupideces de ese tipo. Lástima que peleamos tanto, luego de que se murieron mis papás me arrepentí por haber sido tan insoportable con ellos. ¿Cómo murieron? Pues en un choque cuando venían de ver un terreno que iban a comprar para hacer una granjita. Pero me perdí ya en este párrafo, iba con lo de la comida, pues me gusta de todo, no soy de los que dicen que aman la comida asiática para llevárselas de sofisticados, la verdad me gusta la pizza, las hamburguesas de Wendy’s y la comida china. Cocino bien la pasta, hago mis mezclas extrañas de ensaladas, trato de contenerme cuando me pongo muy pasado de libras. Esta semana tomo solo agua, nada de Coca Cola Zero, licuados. Extraño ir al gimnasio, me estoy poniendo panzón como gorila, estoy joven para eso, no quiero parecerme a mis primos calvos, gordos y con enfermedades en el colon. Jugos naturales, andadora, pesas, pull ups, cuerda…

Beber, pues cerveza y vodka. No soy un borracho, aunque me gusta beber. Me gusta hacerlo con gente indicada, personas inteligentes, conozco varios tipos y tipas que me caen bien, no son mis amigos, para serlo deben ser especiales, ustedes me entienden, gente que no canse con sus tonterías de llevárselas de inteligentes o de activistas. Me gusta salir a ver stand-up comedy, o a bares que mantengan un mínimo de decencia en la música, difícil por acá. No hablo de política porque termino peleando y con las mujeres no hablo francamente de nada, sólo me gusta que me hablen, quiero saber si les gusto o no, me gusta que tengan su propio vehículo, no me gusta que nadie se suba al mío, no sé cómo explicarlo, la gente deja su olor y no lo soporto, por lo mismo no traigo a nadie a la casa. Si tengo sexo, únicamente en moteles, pero lamentablemente están cerrados por el Coronavirus. Aunque la verdad esos lugares dan asquito, no se sabe quién se acostó o bañó o si cambiaron las sábanas. Allí dejo que las mujeres hablen, griten, lloren, yo las escucho, eso les gusta, también les doy la razón a todo lo que dicen, no discuto, mi papá decía que es mejor que las mujeres no sepan lo que uno está pensando.

Jeff wall
House and universe. Jeff Wall

2.    TICHER

Payasos, payasos horribles que comían carne cruda, payasos deformes con la cara llena de hoyos, un delirio tripofóbico de perforaciones gusanosas llenas de pus debajo del maquillaje y con dientes amarillos filosos que devoran carne cruda goteando sangre. Desperté. Tenía 40 grados de temperatura. Un termómetro analógico no es lo más recomendable cuando uno está tiritando de fiebre y tiene un astigmatismo que avanza sutil pero imparable. La rayita que cuesta hallar en el palito de vidrio mercurizado. Temblaba. Traté de sentarme y me dolía la espalda, me dolía la cabeza, me dolían las piernas, me dolía todo lo que puede doler. Salí del cuarto sintiendo un gran frío dividido por continuos escalofríos, como si una docena de muertos fueran detrás de mí respirándome en la nuca. Llegué al baño, encendí la luz y el cráneo se me partió como si el resplandor del sol del mediodía me reventara las retinas. Jalé una cajita azul con cuatro pastillas resecas de acetaminofén. No tuve ganas de ir por agua a la cocina y me las tomé directo del chorro, la sed es horrible. Una meada amarillenta me hizo descubrir que no sentía el olor de nada. Bueno… tengo Coronavirus –pensé- y me quede sentado en la taza del inodoro llamando a la línea PBX de emergencias.

  • Bienvenido a la línea de atención y orientación del Covid-19. Usted está llamando desde un teléfono domiciliar, marque 1; usted está llamando de un teléfono móvil, marque 2.
  • Usted se encuentra en su hogar, marque 1; se encuentra en situación de calle, marque 2; se encuentra en otro sitio marque 3.
  • Su casa cuenta con agua potable, marque 1; no cuenta con agua potable, marque 2; cuenta con bono familiar de apoyo marque 3.
  • Tiene fiebre superior a los 38 grados, tos seca, falta de olfato y falta de sentido del gusto, marque 1; tiene secreción nasal, diarrea, cefalea, dolor de cuerpo, marque 2; tiene estornudos, dolor de garganta, mareos, náusea, marque 3.
  • Ha tomado medicamentos como ibuprofeno, marque 1; ha tomado acetaminofén, marque…

Me quedé viendo directo al lavamanos sin ningún tipo de esperanza. Eran las 3:12 de la mañana. En cuatro horas debería estar levantado para dar clases. Todo me había fallado esta semana, el programa de sesiones Jitsi, mi computadora que es un vejestorio, además que tenía el más barato servicio de internet que tuve que contratar para poder mantener mi trabajo. Dos días antes se metió un tipo a la mitad de mi clase de literatura hispanoamericana, completamente desnudo y luciendo un pene rosado semiflácido que martirizaba extendiéndolo y acortándolo. No pude apagar la sesión. Mis alumnos de bachillerato estaban conectados sin micrófono ni pantalla… angustia. ¿Y si los papás estaban siguiendo mi curso detrás de esos cuadros sin rostro? Un colegio de niños ricos y yo con tres años de tener una reputación intachable.

Regresé a la cama y me quedé viendo al techo con toda la seguridad de que me iba a morir. Entrar al hospital a esperar que alguien ceda su oxígeno a un hombre de cincuenta años que es un verdadero desconocido, que quiso ser escritor pero nunca publicó un libro. Que nunca se casó ni tuvo hijos y que lleva años de no ver a sus papás ni a sus hermanos por una larga temporada de alcoholismo que lo drenó del amor de una familia o de una pareja. La fiebre matándome, destazándome, arrastrándome a una cueva muy profunda. Vi pasar cada minuto, empecé a sentir dificultad para respirar, me siento, me levanto, me palpita fuerte el corazón, la falta de aire me hace olvidarme de la fiebre. El horror, el horror. Caminaba de un sitio a otro esperando a que amaneciera. No consideré salir ni avisar a algún vecino, no tengo amigos, la verdad no tenía a quién llamar, a alguno de mis excompañeros de A.A. tampoco era una opción porque dejé de ir hace años al grupo. Amaneció.

Sí, era Coronavirus.

Sí, me dio positivo la prueba.

Sí, me fui a un hospital público.

Sí, la pasé muy mal.

Sí, perdí mi trabajo.

Sí, me salvé de milagro.

Sí, me tuve que venir a vivir a un cuarto.

Sí, hago lo que sea para ganar unos cuantos billetes para comer el día de hoy.

Sí, bueno… estoy vivo de puro milagro.

jeff wall indigente
Milk.  Jeff Wall

3.    ALBERTO

Compadre… compadre… gran paro, buena onda. Pues qué te digo, haciéndole huevos. Pisado, aquí es pisado, ahora me ves tuanis, pero en la noche la pálida. Sí, vendiendo los heladitos en la carretita y llevo varios días, no vas a creer, durmiendo en un árbol de ahí en el Cerrito. Puta, un arbolón, uno así con una ramonas, ¿así se dice?, ramonas, es que no hay para pagar cuarto. A veces me quedo con la Elvira, pero con esta onda de la epidemia ya no le caen clientes. Ayer no le cayó ninguno así que pude dormir con ella en el cuarto, pero aquella no es mi güisa, aquella es mi paro, cuata, amiga pueees jajaja. Pero cuando tiene clientes dejan todo feo, verdad, vos sabés, condones, olor así feo, papel toilet con todo el semen, nel chavo, tengo necesidad, pero tampoco me voy a quedar a dormir donde esos viejos llegan a pisársela, quien sabe sobre qué se acuesta uno.

Te agradezco el paro bróder, cómo está tu viejita, decile que ahora que no puede salir que me llame, 31251811, no es mío, es el de Elvira, pero que solo diga que es Alberto, Beto pues, yo puedo ir a comprar lo que necesite. Así con confianza, yo no estoy enfermo, además ya no tomo y dejé la pepa. ¿Vos tranqui?, ya no te he visto loqueando, pero si querés mota te consigo una de Livingston, jajaja, así puro Marley… ¿Qué bueno que dejaste el guaro y la coca vos? Tuanis, solo Dios que es tan lindo… Vos no crees en Dios porque no vivís en un árbol, tenés chante y trabajás… Puta vieras la pálida cuando llueve y vos estás en el árbol, mirá, ahuevado, crees que te va a caer un rayo, ahí rezas, lloras. Te juro que ni cuando estuve jalado la vi tan pisada como ahora. En la cárcel tenés paros, aunque andés ruso la mara más de algún trabajo te da. Yo no tengo asco, lavaba inodoros, hacía bretes de todo, me entendés, aprendí carpintería. Siete años es mucho tiempo, pero se pasa volado. La mara acá palideando porque lleva cien días en su casa y porque no puede salir a mamonear a la calle, jalado cuál tu salir a la calle, le hacés huevos porque no hay de otra. Ahora si sos burgués te violan y te verguean, te violan y te verguean, te verguean y te violan. Pero si uno es Rusia y llega humilde, te ayudan. A mí me hizo el paro un compadre que le lavaba pisto a un diputado, ese pisado controlaba toda la cárcel, Caimán, le das color, uno que hizo unos grandes transes para aquel viejo caco que cayó junto a Pérez Molina y la Baldetti. Ese compadre era de Jutiapa, de allá donde mi viejita. Buena onda el pisado, por él no sufrí y como no soy pandillero ni nada, no tengo tatuajes, los pisados no se metieron conmigo.

Pues de salud bien Javito, gracias, pero fíjate que estoy estable de aquella onda y no quiero ir a la clínica. La cosa es que con esta enfermedad no creas que uno se muere, si te tomás el medicamente tranquilo, hasta hay momentos en que te sentís tuanis, la mierda es que con el Coronavirus si puedo valer verga, pero nel, no me mató ni la tira ni mi exmujer ni la piedra ni la calle, me va a matar el veihache. Todo bien. Está chulo tu perrito, este es el Pepe va. PepePepePepe, mirá como mueve la cola, PepePepePepe… Jajaja se caga de la risa. Le das buen concentrado, mirá tiene algo acá en el pelito, tiene ronchas Javier, llevalo a que te lo vean, PepePepePepe… Yo tenía un mi chucho pero me lo atropellaron allá, un hijueputa que pasó echando mierda en un picop, el maldito lo partió en dos. Ese día chillé por Sombrita, aquel era mi compañía, se lo quebraron, yo ya no lloro vos Javito, pero ese día me senté en la banca donde trabaja la Elvira y me puse a llorar, como quería al negro, era chulo el Sombrita, era como coyotío, listo, se paraba en dos patas, parecía de circo. Pero como te decía estoy bien compadre, ahorita vendiendo helados, pero cuando pase esta mierda me dijo mi hermano que vaya a Jutiapa a traer una moto que no usa y tiene ahí en el taller, con eso estoy hecho, creo que esta onda va para largo, ya tuviera la moto pero como no puede uno moverse entre departamentos, no he podido ir a traerla.

Gracias Javito por el paro, ahí te lo voy a pagar, qué bueno que dejés de chupar, también el perico, esa mierda mata el alma. Ya vas a ver qué bien se siente uno así limpio. Cualquier onda te toco la puerta de la casa, tu mamá siempre buena onda, pero me da pena estar chingando a la mara. Querés un helado, acá tengo de mango verde con pepita, esos son ricos, agarra hombre, jajaj te da desconfianza, no estoy enfermo, no toso vé, ese mero, probalo es bien rico.

Hoy me quedo con la Elvira, como ya la mara no pasa porque aquella, como es sexoservidora, jajajaj, así les dicen ya no es leona ni puta, pero está bueno, pobres las chavas, que feo que a la mara le digan hija de puta y las chavas trabajan, no como ese montón de mierdas que roban o los del gobierno que matan y huevean. Pues primero Dios allá me quedo con ella. Con estas varas voy a comprar algunas chivas para comer, que aquella tampoco ha comido, los clientes tienen miedo que esté contagiada. Agarrá onda no les da miedo que tenga Sida pero sí que tenga Coronavirus… ¿Qué?… Sí, aquella es positivo, te lo cuento porque vos no vas a decir nada Javito, aquella la conocí en la clínica.

Hoy no me toca irme al árbol, la vez pasada oí ruidos y eran unos tiras bien a verga, se pusieron a mear abajo, eso hacen durante el toque de queda, ponerse a verga, yo callado arriba viéndolos tomar. Ni me moví, que van a pensar que estoy en la calle y que ando violando el toque, pero yo tengo casa, yo vivo en el árbol vaa.

Buena onda Javito, adiós PepePepePepe, saludos a tu viejita, qué Dios te Bendiga rey, simón, ahí te busco cualquier onda. Ahí me contás qué te pareció el helado.

Javier Payeras

Ciudad de Guatemala, julio 2020